24 de abril. Cañuelas, Argentina.

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Una docena de preguntas al cineasta y escritor Carlos Laborde

A propósito de su nuevo libro “Olor a vida, gusto a muerte” (Editorial Luvina, 2021).

Laborde y la tapa ilustrada por Graciela Molteni.

Laborde y la tapa ilustrada por Graciela Molteni.

Una charla con el abogado, cineasta y escritor (y columnista en InfoCañuelas) que acaba de publicar en estos días un libro de cuentos y poesías bajo la larga, poderosa y vigente sombra del tango, libro cuyo título hace referencia a versos de Celedonio Flores, libro que, además, incluye veintitrés ilustraciones de pintoras cañuelenses. 

1. Carlos, ¿qué tres tangos pondrías de fondo mientras hacemos esta entrevista sobre tu nuevo libro? ¿Por qué esos?
“Bahía Blanca” de y por Di Sarli; “Quejas de Bandoneón”, de Filiberto, por Troilo; y “Orlando Goñi, de y por Gobbi; en lo instrumental. Si paramos la charla, para escuchar la letra, Balada para mi muerte, de Piazzolla y Ferrer. Me mueven el alma. Y tantos otros que se me hace injusto no destacar.

2. El que escribió Olor a vida, gusto a muerte, ¿es el mismo que escribió las novelas La confesión del coronel y Malos vientos, el que escribió el ensayo El estado soy yo. Hipótesis sobre el genoma peronista; el que escribió la obra para teatro Recordando a Strindberg, el que dirigió Detrás de las vías? ¿Cambió algo en el escritor, en el hombre, desde aquellos otros títulos y obras? 
La vida fluye, siempre hay cambios, pero la esencia queda. La “confesión” y “Malos vientos”, tratan la conducta autoritaria y sus consecuencias, desde el drama y desde la sátira respectivamente; “El estado soy yo” es un ensayo, documentado sobre el ADN del peronismo; y “Recordando a Strindberg” es una dramaturgia instrumentada sobre el duro reproche que le hace un personaje de la obra “El pelícano” a Strindberg, su creador. “Detrás de las vías” fue una gran alegría para mí, porque con los textos y la jefatura de producción de María Lydia Torti, logramos hacer una película aceptable, íntegramente filmada en Cañuelas, con técnicos, actores y locaciones del lugar, con la única excepción de un actor y una actriz que, por los requerimientos de sus personajes, debieron venir de Buenos Aires. 

3. En el libro hay cuentos y hay poesía. ¿Qué autores te marcaron en esos géneros? ¿Qué te marcó de ellos? ¿Cuáles son tus temas, tus preocupaciones, tus preferencias, tus búsquedas cuando te ponés a escribir cuentos y poesía?
Debo aclarar que no me considero un poeta, me conformo con que se me tenga como un escritor de prosa poética. Mis lecturas son por demás abiertas, aunque prefiero los escritores de habla hispana. No creo que me haya marcado ninguno, o al menos no lo percibo; sí me han conmovido e ilustrado. Mis preferidos son Borges en poesía y cuento, y García Márquez en novela; un liberal y un comunista, bien amplio. No puedo olvidarme de otros dos grandes, Vargas Llosa y Andrés Rivera, también de ideologías opuestas. Tampoco de Fernando Aramburu, por su “Patria”; de Augusto Roa Bastos, Saramago, Laura Restrepo, Almudena Grandes, y tantos otros que me resulta doloroso no nombrarlos, pero agotaría el espacio.

4. Leí pero también miré tu libro. Tiene cuentos, poesía y también tiene fotos de cuadros, incluidas la tapa y contratapa. Contame sobre eso: cómo nació la idea, a quiénes recurriste, de qué tratan las pinturas… 
La presencia de las pintoras tiene su razón de ser en un estilo que proviene de mi origen cinematográfico: en forma innata escribo para que quien lee, vea la escena. Mis personajes actúan, no recitan ni tienen mayores introspecciones; viven, se mueven, hacen. Esto me relaciona con la pintura en cuanto a la imagen, que muestra, que ilustra objetos, personas o situaciones. Y me pareció bueno que estos relatos y prosas poéticas “vivan” aunque sea un instante, en las pinturas de estas artistas. Recurrí a la plástica Mabel Salgueiro que me vinculó con las otras pintoras de Cañuelas, y así salió la cosa. La pintura de tapa es de Graciela Molteni, y la de contratapa de Nathaly Soriá.

5. Dedicás el libro a… 
A mis amigas milongueras, por ese abrazo que acaricia el alma. Esto no es fácil de entender para quien no baila tango. Solo digo que esos tres minutos, desde que la mujer se para en la pista frente al hombre que la invitó y se cierra el abrazo, comienza una caminata de dos que son uno, arrullados por Pugliese, Gobbi, Troilo… son instantes invalorables a los que los franceses llaman la petite mort. Repito, no es fácil de entender y llama a confusiones, pero los milongueros lo vivimos así. 
¿Quién/es te gustaría que te lea/n en primer lugar? 
El olor de la parrillada está en el aire, que se acerque quien le apetezca. Me encanta que los jóvenes conozcan las costumbres y el léxico de los años 30 y 40 del siglo pasado, donde están ambientados la mayoría de los relatos, y que entiendan que cualquier juicio que se emita debe estar siempre vinculado a la época y lugar donde el hecho ocurre. 

6. Cacho y Mirta, de Cañuelas, no quieren leer el libro desde el principio, son algo retobados, quieren que vos les digas con qué cuento y poesía podrían empezar, que les guste mucho, particularmente. ¿Qué les sugerís? ¿Es por lo que cuentan, por el estilo, por…? 
Para los Cachos y Mirtas más sensibles, “Sus ojos se cerraron” y “Balada para mi muerte”; para los que tienen inquietudes sociales, “Acquaforte”, “Paseo de la Recoleta” y “Pompeya no olvida”; para los de avería, “Canzoneta” y su antítesis “Maula”, para los nostálgicos “Sueños de juventud” y “Melodía de arrabal”; para los alegres “Garufa”, “Maipo” y “Balada para un loco”. 

7. En cuanto a artista, ¿qué te gustaría realizar más adelante (digamos mañana, por ejemplo)? ¿Con qué soñás? 
Tengo imaginación, pero no soy un soñador; piso la tierra. En cuanto al futuro, sin duda escribiré hasta que me muera, publique o no, porque es un vicio irredento. Pero no me pongo nunca ante la página en blanco, escribo cuando algo me estimula a hacerlo, el trabajo brota siempre de la realidad que nos enfrenta y nos tropieza. Además, la necesidad de comer no me obliga a escribir, yo vivo de mi profesión de abogado.

8. Tu hijo Pablo también es escritor. ¿Se leen? ¿Qué opinás de él? ¿Qué opina de vos? 
Aclaro, ante todo, que no soy un padre gagá, no pierdo mi pensamiento crítico aunque sea mi hijo. Desde ya que nos leemos, y estoy muy contento, feliz, porque veo que está haciendo las cosas muy bien. Es preciso, a veces punzante, escribe libre, no se limita por las estúpidas modas o convenciones, ni lo asusta lo políticamente incorrecto. Técnicamente impecable. Claro, ahora los escritores libres luchan con enemigos poderosos, como las grandes editoriales comerciales —única posibilidad de que subsista económicamente un escritor— adscriptas a la cultura de la cancelación, una nueva forma de censura.

9. Sabemos que ya hace años de Petión te fuiste a vivir a Ciudad de Buenos Aires. ¿Extrañás? ¿Volverías? 
Sí, extraño mucho, apenas cruzo Ezeiza para acá, se me abre el alma. El olor a yuyos, a tierra mojada, me reviven. No vuelvo porque ya no está conmigo mi compañera de toda la vida, y para un hombre solo Buenos Aires da lo que una ciudad chica no puede dar. Pero siempre vengo, ahora de visita.

10. ¿Qué significó (si significó algo) para vos este tiempo de pandemia? 
Al margen del dolor por la calamidad humana que significa el símil de que se estrellen dos Airbus cargados de pasajeros por día durante muchos días, lo vivo con serenidad y prudencia, resignado a lo que no puedo controlar. Estamos aprendiendo a vivir con la presencia efectiva, concreta, de la muerte. Pienso la similitud de la plaga con los pueblos masacrados en las grandes guerras o en las invasiones infames. En lo profesional me adapté bastante bien a las audiencias por zoom y trabajo de abogado sin mayor problema. Sí hay algo que se puede considerarse menor, pero a mí me destroza: el cierre de las milongas, que quién sabe cuándo volverán, pues será lo último en ser habilitado.  

11. ¿Nos dejás poner acá algunos versos del libro? 
Sin problemas, el engendro ya está entre nosotros:

MELODÍA DE ARRABAL (Fragmento)
(…)
Llegaron los primeros largos.
Esquina, pucho y piropo.
Lucy, la vecina de la mirada cálida,
(la siento en mis manos)
sale a la puerta
a las seis en punto de la tarde,
anocheciendo el zaguán con su perfume dulzón,
la bata estrecha, escote abierto al descuido.
(Todavía me llama).

PASEO DE LA RECOLETA AÑO 2000 (Fragmento)
(…)
Sentados en La Biela,
el influyente y el embrollón,
el dipsómano y el poeta,
transcurren los días y las noches
aplicados, cada uno, a su faena.
De madrugada,
anillos de basura enmarcan los muros,
los fósiles destilan sulfuro,
las putas cierran sus piernas
y los mozos de cocina regresan a las villas
llevándose, en la piel y en la ropa,
prestado,
el olor de los manjares.

12. ¿Seguirá vigente el tango, Carlos? ¿Tendrá que cambiar algo para seguir siendo y repiqueteando? 
Le tengo confianza al tango, es una música popular de un nivel que no tiene cualquier folclore. La versión “culta” del tango se instaló en los grandes teatros del mundo, como pasó en su tiempo con los temas nativos de Schubert y Dvorak; es el gran legado de Piazzolla. El tango evoluciona día a día, tanto desde lo musical con los actuales compositores, como desde las letras, con los nuevos poetas, y lo que evoluciona, vive. Las letras del siglo pasado están obsoletas y solo las podemos entender aquellos que por edad conocimos otras costumbres; ni buenas ni malas, épocas distintas, costumbres distintas. Pero hay algo que tardará mucho en cambiar, es más, no cambiará mientras haya milongas en todo el mundo: la música de las grandes orquestas de 1930 a 1960: Pugliese, Di Sarli, Troilo, Gobbi, D´Agostino, D’Arienzo, Basso, Sasone, y tantos más; y también, ahora, muchos excelentes conjuntos de jóvenes que tocan música al estilo de aquellos grandes maestros y están recorriendo el mundo con ritmo de tango.

El libro de Carlos está disponible en la página de Editorial Luvina y en su Instagram @luvinaeditorial

En Cañuelas disponible en Librería Casa Etchechury (Del Carmen 616). En Lobos, Librería Estilo (Perón 178). En CABA, Mandrágora (Vera 1096); La libre (Bolívar 438); Borges (Borges 1975). También en eBook (buscar por título o autor en Google Play Libros).

Fabián Rossini

Escrito por: Fabián Rossini