Tras un duro alegato, la fiscal María Alejandra Huergo solicitó la pena de cinco años de prisión, detención inmediata e inhabilitación perpetua para el kinesiólogo Matías Blanco, acusado de tres casos de abuso sexual simple, en los términos de los artículos 119 y 20 bis del Código Penal.
La fiscal consideró que Blanco es penalmente responsable de haber tocado los senos y de haber rozado los glúteos de las tres víctimas con su miembro erecto en forma libidinosa y claramente sexualizada, lo que definió como “un modus operandi”.
Como atenuante la fiscal señaló la falta de antecedentes y que Blanco es “macanudo, simpático y buen profesional”. Como agravantes citó la extensión del daño hasta el día de hoy y el ámbito en el que sucedieron los abusos: el estrecho gabinete de un centro kinesiológico de la calle Rivadavia al 800, que contribuyó a la vulnerabilidad de las víctimas.
Transcribimos a continuación los fragmentos más significativos del alegato del Ministerio Público.
“Cuando uno va a un médico o a un kinesiólogo, uno confía, y esa es la base de estos abusos, porque llevó a las víctimas a un estado de indefensión en el que no podían distinguir cuándo había un contacto propio de la actividad kinesiológica y cuándo un aprovechamiento. Si un médico te dice ´sacate la ropa´ uno se la saca creyendo que es parte del arte de la medicina”.
“Aquí se da el caso de ´te cuido, pero te daño´. Uno siempre tiene más herramientas para protegerse de la agresión externa, pero cuando el chacal está adentro, es muy difícil”.
“Las mujeres de mi generación padecimos mucho estos abusos en silencio, en los micros, en un montón de ámbitos. La víctima S. D. enseñaba ESI en un jardín de infantes y le pareció incoherente ser víctima y callarse la boca, aún sabiendo que se iba a enfrentar a todo Cañuelas, sabiendo que era su palabra contra la de Blanco sobre algo que había ocurrido en la intimidad. Por eso, cuando su denuncia tomó estado público, se animaron N. B. y J. L. M. Ahí se dieron cuenta de que lo que habían sufrido era un abuso”.
“Los abusos nunca sucedían en las primeras sesiones porque Blanco iba generando un clima de confianza y ese clima fue aprovechado desde la manipulación para que la víctima no pudiera poner los límites que en otro contexto se pondrían. A la perversidad se sumó el comportamiento cínico de hacer chistes cuando las pacientes se retiraban”.
“Inmediatamente luego del abuso de S. D. vino el abuso de la siguiente paciente, J. L. M. Había una sexualización exacerbada que Blanco no pudo contener ese día. Creo que hay un continuum de excitación sexual que comenzó con S. y continuó con J.”.
“Trajeron a este debate como 20 pacientes que dijeron que no habían tenido ningún inconveniente. Podrían haber traído 50 y daba lo mismo. Los chacales no abusan de todos. Eligen a sus víctimas. El hecho de que hayan traído tantas pacientes que no fueron abusadas no invalida la existencia de los abusos”.
“Las marcas emocionales de los abusos permanecen hasta hoy. Todas tienen el dolor actualizado, el impacto en su valoración y en su sexualidad”.
“Tanto la perito de parte Vanesa Bermann como la perito oficial Iriart no encontraron rasgos de fabulación en las víctimas y tampoco hallaron un discurso estereotipado. La perito de la defensa no firmó en disidencia. También destaco otra cosa que dijo Iriart: que no existe un perfil de abusador. Un abuso se puede presentar en cualquier estructura de personalidad. En cuanto a Blanco, cuando fue entrevistado por Iriart, estaba más preocupado por mostrar su éxito profesional que por la gravedad de los hechos denunciados”.
“¿Para qué harían denuncias falsas? Salir en los diarios, exponer su intimidad, ¿para qué? Hay tres mujeres de edades distintas, que no se conocen, que no tienen relación entre sí, que cuatro años después sigan luchando por obtener justicia. Una nena, que se fue a España escapando de esto, pero con el dolor a cuestas, cuatro años después sigue pidiendo justicia junto con sus papás, que están en esta sala. ¿Para qué inventarían todo esto? Las víctimas no ganan nada”.
Segundo alegato
El Dr. Mariano Pazo, representante de la víctima J. G. M., actualmente de 23 años y residente en España, también pidió la pena máxima que prevé el Código Penal y la inhabilitación perpetua. Consideró como agravantes la edad de la víctima al momento de los hechos (18), la condición de profesional de la salud del imputado, la multiplicidad de casos y la extensión del daño (dijo que su asistida al día de hoy sigue sin tratarse sus dolores lumbares por el pánico que le provocan los kinesiólogos).
Asimismo, Pazo buscó refutar los testimonios de algunos testigos aportados por la defensa que afirmaron que las víctimas salieron del tratamiento sin evidenciar ningún signo de preocupación o alteración. “No hay un patrón de reacción de una víctima ante un abuso. Las víctimas reaccionan cuando pueden, como pueden, como les sale”. Por último, aludiendo al imputado, expresó: “Que diga que tiene la agenda de pacientes ocupada hasta el día de hoy, no es garantía de ficha limpia”.
La tercera jornada del juicio abrió con el testimonio del propio Blanco, que pidió declarar. Como en su exposición del lunes, dijo que los hechos denunciados no existieron. “Lo que dice S. D. es todo mentira. Nunca le toqué ninguna zona íntima a ella ni a nadie, sea hombre o mujer. Jamás estuvo sola en el consultorio conmigo. En los boxes contiguos había pacientes, los boxes tienen paredes finas y se escucha todo”.
Para mostrar las maniobras que les realizó a las denunciantes, se paró detrás de su abogado, ofrecido como voluntario, y lo rodeó con los brazos, explicando cada movimiento que hacía. “Le va a tener que descontar esto de sus honorarios. Está recibiendo una sesión de kinesiología gratis” dijo la fiscal Huergo, buscando descongelar la mañana.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas

