24 de abril. Cañuelas, Argentina.

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Pafuro, Presado y Fusente. Cerca de los 200 años de Cañuelas. ¿Y qué?

En el umbral del Bicentenario de Cañuelas, propongo que los festejos de enero de 2022 sean precedidos, acompañados y seguidos de estudios, reflexiones, debates, propuestas que nos recuerden, nos animen y nos orienten.

John William Dunne (1875-1949), ingeniero aeronáutico irlandés y autor de Un experimento con el tiempo (An experiment with time, título que tanto agradaba a Jorge Luis Borges) sostenía una idea rara: que el tiempo es algo único, sin fisuras, y que pasado, presente y futuro son distinciones, en cierta forma irreales que hace nuestra mente. Desafiado por esa idea, propongo enfrentar la llegada del Bicentenario de Cañuelas con observaciones, preguntas, debates posibles, todo ello desde la óptica de considerar que lo que Cañuelas fue, lo que es y lo que será está íntimamente entramado y cosido desde dentro.  

Cuando se cumplían los 172 de Cañuelas, Lucio García Ledesma escribió en su ya famoso libro Bases documentales para la Historia de Cañuelas (1979): “Vamos, en su homenaje, a desentrañar su origen y su ámbito dentro de la Provincia de Buenos Aires”.

Desde dónde venimos. Seguramente en estos últimos meses del año escolar, en las escuelas se hablará y estudiará acerca de cómo era este lugar antes de la llegada de los europeos, quiénes lo habitaban desde mucho tiempo atrás, con qué sueños e intenciones vinieron otros después; posiblemente las abuelas y abuelos cuenten a sus nietos cómo era la localidad, el barrio cuando ellos eran chicos. Que los/as alumnos/as imaginen su futuro. Que analicen cómo se ganan el pan sus padres y familiares. Que compartan su visión de lo que ven ahora, que estimen cómo participar y comprometerse en algún ámbito de lo público, de lo común a todos. 

Que cada uno haga preguntas, que las hagamos juntos. Que busquemos respuestas. Que compartamos ideas, trabajo, opiniones acerca de nuestro tiempo, que abarca lo que pasó, lo que estamos viviendo y lo que vendrá. Que haya exposiciones, muestras, debates públicos que enriquezcan nuestra comprensión y valoración de lo que somos y tenemos. También acerca de qué ideas y propuestas construimos para afrontar y tratar de solucionar los problemas que nos afligen. Que podamos escuchar pareceres sobre cuáles son esos problemas, y cuáles de ellos son más acuciantes. Que podamos encontrar el lugar público para expresar nuestro granito de arena. Que lo político esté un paso antes que lo meramente partidario.
Imagino algunos estudios, ponencias, debates, que llevarían títulos y anuncios como estos: 

La organización familiar y el trabajo en estos pagos. Podría comenzar por cómo se las arreglaban los pueblos que habitaban este lugar antes de que fuera Cañuelas, cómo se organizaban hombres y mujeres para las tareas. Podría seguir con los primeros habitantes de la Cañuelas ya creada. Cómo era el trabajo en el campo. Primeros emprendimientos no agropecuarios. Cuál era el salario en diversos trabajos. Etc, etc.

•  ¿Qué hacemos para que el Bicentenario nos encuentre dando batalla a la pobreza en la que viven muchas familias cañuelenses? 

• ¿De qué hablamos cuando hablamos de campo?

Los barrios y los barrios privados. ¿Cómo será Cañuelas en el 2050? ¿Cómo queremos que sea?

La naturaleza en retirada. Flora y fauna de nuestro pago. ¿Quedará algo de todo esto? ¿Qué debemos hacer para conservar en pie lo que está por caer? 

• Aprender y ejercer. Enseñanza de oficios en los pagos de Cañuelas.

Políticos y funcionarios del futuro. ¿Lo que queremos, lo que tenemos, lo que nos merecemos?

Chau basura. Estrategias pasadas, presentes y futuras en relación a la recolección y disposición de los residuos generados en Cañuelas.

• Cañuelas: nuestra casa común.

• Los nombres de nuestras calles. ¿Por qué esos; por qué no otros?

Imaginarios botones de muestra. Pensemos en esos y en otros más.  Ojalá no se nos pase inadvertido este Bicentenario.

Fabián Rossini
Docente, escritor, director de Editorial Luvina

Escrito por: Fabián Rossini