29 de marzo. Cañuelas, Argentina.

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Gregorio Fraga, el “cirujano de guerra” que estudió medicina para ayudar al prójimo

Reconocido por sus pares como un profesional que siempre estaba listo bajo cualquier circunstancia, comenzó a operar en el Marzetti en 1970. Durante 17 años fue médico de River.

Gregorio Fraga se jubiló en 2018.

Gregorio Fraga se jubiló en 2018.

En los albores de su carrera Gregorio Fraga fue parte del cuerpo médico de River Plate por 17 años.  Con el ‘Millonario’ recorrió el país, América Central y del Sur. Ninguna geografía llegó a conquistarlo hasta que el 1 de junio de 1970, en su primera visita a Cañuelas, decidió radicarse para ejercer como médico cirujano y traumatólogo, especialidades que desarrolló en el terruño local por casi cinco décadas hasta que se jubiló en el 2018. 

En sus primeros decenios en Cañuelas enfrentó las penurias del sistema de salud y la escasez de recursos propios de la época. Hoy, con 85 años, el doctor Fraga descansa en su hogar de calle Acuña al 600, mientras que explota sus pasiones: días de caminatas, oír música clásica y planear algún viaje. 

Fraga nació en el barrio porteño de Villa Crespo el 18 de junio de 1937. Cuando adolescente, el futuro médico y su familia se mudaron al partido bonaerense de San Martín. Allí cursó el secundario en el Liceo Militar con la misión encargada por sus humildes padres de calificar entre los diez primeros del aula ya que estos no pagaban la mensualidad. La institución le dio vestimenta, comida, libros y cultura; se recibió de bachiller en cinco años.  

Luego curso la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires “para serle útil a los demás”, expresó el doctor Gregorio Fraga en una charla con InfoCañuelas. 

Dante toda su formación trabajó en distintos oficios en los que duraba muy poco: lo echaban constantemente por sus inasistencias motivadas en el estudio constante. En aquella década del ’50 fue auxiliar de banco y de una compañía de seguros, operador telefónico, vendedor de diario y trabajador ‘al pique’ en el puerto para cargar cuero salado. 

Entre risas, Fraga recordó su estrategia para disimular los momentos como desempleado ante su familia. “Muchas veces mis padres no sabían que estaba sin trabajo, me iba a los boliches, pedía un café que me duraba cuatro o seis horas y leía. Así no tenía que explicarle a mi madre que no tenía trabajo; ella creía que trabajaba y me gastaba la plata”.

Tras no pocas vicisitudes, el 17 de abril de 1963 recibió el título de médico cirujano y más tarde de traumatólogo. Años antes había comenzado a trabajar en River por el favor de un amigo; estuvo en los equipos de básquet y lucha, pasó por las inferiores de fútbol hasta que llegó a Primera. 

Matrícula de Gregorio Fraga, otorgada en 1963.

Sus 17 años en el club coincidieron con la peor racha de la institución, que atravesó 18 años sin salir campeón (1958-1974); un año después de la salida de Fraga el ‘Millonario’ volvió a consagrarse (1975). 

Durante este período acompañó al equipo en varias giras, “desde México para el sur todo porque se hacia la gira del Pacifico, que duraba meses”. En ese trajín trabó relación con estrellas como Amadeo Carrizo, Ramos Delgado, Oscar ‘Pinino’ Más, Jorge ‘El indio’ Solari, Juan Carlos Sarnari y los hermanos Onega, entre otros. 

Finalmente, como no logró el cargo de Director Médico de la Primera, renunció ya que el salario era muy bajo.


UN LUGAR PARA VIVIR

A la vez que trabajaba en River, Fraga hacia prácticas en hospitales públicos. Doce años estuvo en el Hospital Rawson y tras su cierre pasó por el Piñero, el Gutiérrez y el Ramos Mejía –todos en CABA–, en los cuales no recibió un sueldo por casi dos décadas. “En aquel entonces no se pagaba a los que recién ingresaban en la medicina. Hoy todo cambió, a los recién graduados si no les pagás, no trabajan, y está bien”, señaló.

Se mantenía con el salario de River que, por lo menos, le servía para seguir perfeccionándose. Siempre viajaba con el club por el país y al exterior pero una idea lo obsesionaba: trabajar en un lugar del interior cercano a Buenos Aires para no perder contacto con la ‘vida’ cultural de la Capital Federal de la cual era, y es, incondicional seguidor.

Con esta premisa, el 1 de junio de 1970 llegó solo a Cañuelas. “Un rematador humilde me invitó a almorzar codeguines. Se llamaba Héctor Cirilo Alem. Me decía que me quedara, me consiguió alquiler, trabajo como médico municipal y teléfono. No le pude decir que no”, relató el profesional jubilado. 

Fraga operando en el Marzetti. Foto: Germán Hergenrether.

En esas primeras décadas del 70 y el 80 aquí encontró “gente fabulosa que se entregaba. No tenía cerradura y nunca tuve problemas; ahora hay rejas, doble cerradura, alarmas. Cambió el espíritu de la sociedad en general. Aún así, uno saluda a todo el mundo”.  

Cañuelas fue el lugar propicio para la concreción de su objetivo y, además, le fue bien. De las experiencias en su primer consultorio, sito en calle Libertad al 1500, el doctor rememora la buena relación que cultivó con la colectividad portuguesa que explotaba distintas quintas en el distrito. Posteriormente, relocalizó definitivamente su lugar de trabajo en Acuña al 600. 

En las décadas del 70 y el 80 como médico del Hospital Mitre -en el cual trabajó diez años sin cobrar- Gregorio Fraga operó de todo (cadera, vesícula, fibroma, riñón, etc.) en condiciones que le hicieron valer el apodo de ‘cirujano de guerra’, por la precariedad del quirófano.

Gregorio junto a sus padres y hermanas.

“¿Qué equipo?, ¿qué instrumental? Leí que hace poco que se quedaron sin luz y no sé en dónde tuvieron que operar con la luz del celular. ¡Si lo habré hecho acá! Era casi rutinario. Con una vela, con el sol de noche y, si había, con una linterna. Operábamos de todo y nadie se asustaba. Me ayudaba el que encontraba disponible; la anestesia la hacía yo mismo, operaba al paciente y lo llevaba a la cama. Todo con la enfermera ‘Pocha’ Méndez, una fuera de serie que me aguantó todo, era extraordinaria”, rememoró el galeno.

 “Hoy, sin electrocardiograma, sin análisis, sin estudio de pre anestesia, sin terapia intermedia o intensiva no se puede operar nada. La exigencia es que haya todo esto para operar, salvo las cosas simples. Todo esto está bien”, valoró. No obstante, la carencia de algún requerimiento mencionado –falta de recurso humano, tecnológica o edilicia– lo privó de realizar más intervenciones.

Fraga se jubiló hace cuatro años (2018) y hace dos que ya no se acerca al hospital. Durante su carrera el Municipio lo declaró Ciudadano Ilustre.

Dibujo de un artista ecuatoriano durante su paso por River.

De las casi cinco décadas de servicio en el Marzetti Fraga lamenta tener algún óbito aunque reconoce que con los elementos actuales se podrían haber evitado. Su trayectoria en el ente público tuvo un paréntesis de ocho años en el que trabajó hasta su cierre en la Clínica San Martín (fue uno de los socios fundadores del proyecto). 

Tras este recorrido, actualmente el cirujano vive un pasar modesto, dedicado a la literatura, a escuchar música clásica y a viajar, cada vez que puede. En su juventud practicó deportes como paleta, golf, sky, bicicleta, tenis, patinaje o natación; y si bien su edad ya no le permite estos hobbies, aún así camina diariamente unos veinte kilómetros.  

Por último, al pedirle una reflexión sobre su trayectoria, no duda en poner todo sobre la balanza: “Hice algo por mis semejantes, siento satisfacción a pesar de mis errores y de un espíritu no catedrático. Siempre me consideré un individuo con una función y la cumplí. Creo que, con alguna falla, he cumplido”.

Marcelo Romero.

Escrito por: Marcelo Romero