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27 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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From Sofia to La Bombonera: por qué los aficionados del Levski se parecen a los hinchas de Boca Juniors

Cuando uno piensa en pasiones futboleras desbordadas, lo primero que suele venir a la mente es La Bombonera, ese templo porteño donde Boca Juniors convierte cada partido en un terremoto emocional. Sin embargo, a miles de kilómetros, en el corazón de los Balcanes, existe otra afición capaz de igualar esa intensidad: la de Levski de Sofía.

Aunque pertenecen a culturas, historias y continentes diferentes, ambas hinchadas comparten rasgos tan profundos que sorprenden incluso a quienes las conocen de cerca.

Identidad popular y orgullo de barrio

Tanto Boca Juniors como Levski nacen y crecen dentro de un contexto popular.

La Boca, en Buenos Aires, es un barrio obrero e inmigrante que ha moldeado el carácter del club durante más de un siglo. Del otro lado del mundo, Levski representa al pueblo búlgaro y lleva el nombre del héroe nacional Vasil Levski, símbolo de lucha, libertad e identidad.

Esa conexión con las clases populares convierte a ambas aficiones en comunidades unidas por mucho más que el fútbol: representan orgullo, resistencia y pertenencia.

El estadio como santuario

La Bombonera es globalmente famosa por “latir”. El temblor de sus gradas, la presión acústica y la participación permanente de “La Doce” crean un ambiente casi religioso.

En Sofía, el Estadio Georgi Asparuhov —conocido simplemente como Gerena— ofrece una experiencia similar. El mítico Sector B del Levski transforma cada partido en una coreografía de color azul, cánticos ininterrumpidos y pirotecnia que ha impresionado incluso a visitantes internacionales.

El paralelismo es claro: en ambos casos, el estadio es un santuario donde la hinchada es protagonista absoluta.

Rivalidades que definen culturas

El Superclásico Boca–River es un símbolo cultural en Argentina. No es solo un partido: es identidad, ideología y tradición.

En Bulgaria, el derbi eterno entre Levski y CSKA tiene un peso similar. Divide la capital, marca generaciones y es referencia obligada para comprender el fútbol búlgaro. En ambos países, estas rivalidades actúan como motores emocionales que elevan el fervor de las aficiones.

Pasión heredada

La otra gran similitud: el amor se transmite. Tanto en Sofía como en Buenos Aires, es común que los hinchas “nazcan” dentro del club. Camisetas pasadas de padres a hijos, rituales familiares, historias contadas una y otra vez… La afición no se elige: se hereda, se vive, y en muchos casos, se sufre.

Ultra cultura: compromiso absoluto

Las coreografías coordinadas, los bombos, las banderas gigantes, los cantos interminables y la presión que sienten los rivales forman parte de un mismo ADN.

Los ultras del Levski y los hinchas más fervorosos de Boca comparten una filosofía: la afición no es espectadora, es protagonista. El objetivo no es solo apoyar, sino dominar el ambiente, intimidar al rival y elevar a su equipo.

Dos mundos, un mismo sentimiento

A pesar de sus diferencias culturales, históricas y geográficas, Boca Juniors y Levski Sofia están unidos por un tipo de pasión que no se puede fabricar.

Ambas hinchadas viven el fútbol como una forma de identidad colectiva, un orgullo profundamente arraigado y un compromiso que trasciende las victorias o derrotas.

Ir del Sector B búlgaro a La Bombonera argentina puede parecer un viaje enorme en el mapa, pero para un verdadero amante de la cultura futbolera, el sentimiento será sorprendentemente familiar.
 

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