25 de abril. Cañuelas, Argentina.

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Laureano Rosso: fue médico en Cañuelas, diseñó un fusil e intentó vendérselo a España

En diferentes cartas a jefes militares aseguraba que su rifle tenía mejores prestaciones que el Mauser y el Remington.

La historia de Cañuelas está poblada de personajes extraordinarios dignos de una película. Ese podría ser el caso de Laureano Rosso, un médico español que residió en estos pagos a fines del siglo XIX, especialista en el tratamiento del cólera epidémico y armero aficionado. En 1895 diseñó un fusil que -según afirmaba en distintas cartas a jefes militares- era más liviano y rápido que el Mauser y el Remington por lo que estaba destinado a provocar “una revolución en el arte de la guerra”.

InfoCañuelas halló una serie de cartas que el galeno publicó en el diario ibérico El Correo de España entre 1895 y 1896, las que permiten conocer detalles de su invento y su intención de venderle a la madre patria la patente de lo que bautizó como “Fusil Rosso”.

Nacido en el municipio de Osuna, provincia de Sevilla, Laureano Rosso Rodríguez de las Conchas se graduó como médico en la Universidad de Madrid. Un artículo del diario madrileño El liberal aparecido el 30 de octubre de 1881 menciona un extraño caso en el que le tocó intervenir en sus primeros años dedicados a la medicina. 

“A las cuatro de la madrugada de ayer dio a luz la esposa de un guardia civil en el vecino pueblo de Vicálvora un feto de tan extraordinarias formas que bien puede asegurarse es uno de los más raros fenómenos conocidos. Ante todo, el caso ofrece la singularidad de que la gestación ha durado de once meses y medio a un año. Por el desarrollo de la cabeza, del tronco y de los demás órganos, el feto, que pertenece al sexo femenino, es perfecto menos la cara, que carece por completo de nariz (...). Seguramente en un museo anatómico se podrá hacer de él un estudio detallado que el médico D. Laureano Rosso no ha podido hacer sino rápidamente” señala la crónica.

En Sevilla publicó el libro “El Cólera” (imprenta O´Donnell, 1885) y en 1888 emigró a la Argentina junto a Regina Sanz, con quien tuvo una hija, María Coll y Rosso. El 15 de octubre de ese año la Universidad de Córdoba le entregó el título equivalente de Licenciado en Medicina y Cirugía para poder ejercer en el país y de inmediato se afincó en Cañuelas trabajando como médico de la comunidad y del personal del Ferrocarril del Sur a partir de 1892.

Rosso aparece mencionado en “Reseña Histórica de la Unión Cívica” (Francisco Barroetaveña, 1892). El libro sobre los orígenes del radicalismo recoge los centenares de telegramas recibidos de distintos pueblos del país con motivo de la “Revolución del Parque” de 1890, entre ellos el del médico español. En la página 307 se lee: “En este momento recorre el vecindario las calles del pueblo en manifestaciones entusiastas y á los gritos de viva la Unión Cívica, viva el general Mitre, viva el pueblo. Júbilo inmenso. Cañuelas, Agosto 9. Dr. Laureano Roso” (sic).

Rosso documentó los orígenes del radicalismo en Cañuelas.

Ya por entonces Rosso había publicado en los diarios La Nación y La Prensa varios artículos sobre su especialidad, el cólera epidémico, pero también sobre temas de física, mecánica y hasta arquitectura, bajo el seudónimo de “Raúl Osoenraso”. En uno de ellos hablaba sobre las ventajas del alumbrado público a gas. 

En 1895 envió una extensa carta al diario “El correo de España” con el propósito de describir las bondades de un fusil de asalto inventado por él, “mucho más rápido que el Mauser, de similar potencia balística, menos pesado y de más fácil manejo”.

“Cuando el año pasado la prensa universal dio a luz las ampulosas descripciones de los nuevos fusiles Mannlicher y Mauser, todos creímos que se trataba de armas completamente insuperables al lado de las que el vetusto Remington hacia el triste papel de veterano inútil. Nada menos que eso. Con los fusiles de pequeño calibre se ha producido una revolución en balística” tras lo que criticó el excesivo peso del reconocido fusil alemán.

“Tampoco el Mauser ni ninguno de los fusiles modernos repite, como se asegura con todo énfasis. Después de un disparo, en el Mauser tiene que descorrer el cerrojo, abandonando la posición de apuntar, bajarlo, subirlo, correrlo y apuntar, que son seis tiempos. ¡Vaya una manera de repetir!”

En su descripción técnica reconoce las prestaciones del Mauser por su magnífico alcance y explica que esa fue la razón por la que decidió utilizar el cañón de esa arma y su cartucho pero modificando el resto de los mecanismos. “El éxito de mi estudio sobrepasó mis aspiraciones: no solamente mi fusil repetía, es decir, disparaba 15 tiros sin bajarlo del hombro ni hacer más maniobras que apretar el disparador con el índice para producir un disparo, sino que en su estudio me resultaba menos pesado, mucho más sencillo que el Mauser en su mecanismo, de manejo más simple y más manuable”.

Comparación de la velocidad de disparo entre tres fusiles.

Destaca que tras la “apatía” del gobierno argentino decidió ofrecer su invento a España y a otra potencia sudamericana “la que me impuso la condición de estudiar los planos antes de construir el fusil, pero como yo aspiro a que el secreto lo sea verdaderamente mientras no enajene el invento, haciendo después de él lo que guste el comprador, no admití este preliminar”.-

Completa su carta con un gráfico comparativo de los pasos que eran necesarios para efectuar 15 disparos con tres rifles: 195 con el Remington, 135 con el Mauser y 42 con el Rosso. “En mi fusil durante los 15 disparos la mano derecha está siempre sujetando la garganta del fusil, repartiendo así el peso de éste con el brazo izquierdo lo que le permitirá al tirador resistir más del 30 % un fuego sostenido. Además, el hecho de mantener el arma siempre en posición de apuntar significa estar cubriendo constantemente el blanco y rectificando a cada disparo la puntería, lo que producirá un fuego en el más alto grado, mortífero”.

En una segunda carta publicada en “El Correo de España” al año siguiente y fechado en Cañuelas el 10 enero de 1896, Rosso reproduce las notas enviadas al ministro de Guerra español. Se deduce que no tuvo la respuesta esperada y que al sentirse ignorado, decidió publicarlas para forzar una respuesta. Enojado, sostiene que “Siempre cumplí con mis deberes patrióticos ofreciendo a España el invento antes que a potencia alguna (…). Si España no aprovecha mi invento, no es mi culpa”.

Para dotar de credibilidad a su proyecto hace un listado de sus publicaciones en los diarios de Buenos Aires y sostiene que “Todo el mundo en el partido (de Cañuelas) conoce íntimamente al que suscribe”. Luego le ofrece al jefe de Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, una serie de garantías “materiales, morales e intelectuales”, entre las que menciona su casa de Cañuelas, valuada en 15.000 pesos moneda argentina y asegurada contra incendio en La Hispano Argentina. 

Al poco tiempo España fue derrotada por Estados Unidos perdiendo el control sobre Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. En la prensa no hay registros posteriores que permitan saber si Rosso tuvo éxito en su empresa armamentística. Sólo queda el testimonio de un excéntrico emprendedor que guarda un pequeño lugar en la historia oculta de Cañuelas.


Germán Hergenrether

Escrito por: Germán Hergenrether